En realidad, la obsolescencia programada no tiene ninguna consecuencia positiva con excepción del crecimiento de la economía; el cual de hecho no contribuye al desarrollo de la sociedad ya que fomenta una sociedad de consumo que malgasta recursos para satisfacer necesidades falsas. El despilfarro de estos recursos lleva al daño del medio ambiente. Es ahí de donde surgen derroches de los recursos irreversibles. Por ejemplo, el petróleo, recurso no renovable e irreemplazable, se utiliza para la producción en masa de miles de productos plásticos. Nuestro deseo constante de renovar los objetos nos lleva a producir residuos en cantidades gigantescas y a su vez, demanda la producción de artefactos nuevos, en la cual se utilizan recursos como el petróleo que no son renovables.
En efecto, el progreso de una sociedad no puede ser a través de una idea como lo es la obsolescencia programada si ésta se puede llevar a cabo sólo a costa de despilfarrar recursos y contaminar el medio ambiente. Por ejemplo, muchos objetos que ya han llegado al fin de su vida útil, con lo cual se los puede denominar residuos, son trasladados a Ghana, con la excusa de llevar hacia allí productos de segunda mano que "funcionan". Se ha transformado así, este país del tercer mundo, en un gran basural que obstruye la vida de sus habitantes contaminando su espacio.
De hecho, como decía Ghandi, "el mundo es suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos, pero siempre será demasiado pequeño para la avaricia de algunos".
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